lunes, 28 de abril de 2014

...una vez mas volví a verla, y su boca me cercó de susto, era como haberse comido varias manos y al sonreír podía ver cada uno de sus dedos, por un momento me dio la espalda y sus cabellos llegaban a la cintura, eran muy pocos castaños, y así su trasero del tamaño de un asiento casi publico, cubierto de una tela roja estampada a flores y bacterias, si pudiera pedir un deseo y se me concediera, pediría, mejor no verla...       
Abre los ojos de la cara, de la mente, el corazón y la boca, no sea que en la noche vuelvan a comerte los zancudos, donde las ollas tiznadas abran sus bocas, la cocina cubierta de grasa se llene de burla  y reine el olor a basura, abre los ojos y despierta para que la indolencia, resulte una pesadilla…